domingo, 17 de marzo de 2019

Arquitectura prehistórica


Arquitectura megalítica


En la Edad de Piedra, el megalito más expandido en la Península Ibérica fue el dolmen. Los planos de estas cámaras funerarias solían ser pseudocirculos o trapezoides, formados por enormes piedras atrapadas en el suelo y otras sobre ellas, formando el techo. A medida que la tipología evolucionó, apareció un corredor de entrada, que gradualmente tomó prominencia y se volvió casi tan ancho como la cámara. Los corredores techados y las falsas cúpulas eran comunes en la etapa más avanzada. El complejo de Antequera contiene los dólmenes más grandes de Europa. La mejor conservada, la Cueva de Menga, tiene veinticinco metros de profundidad y cuatro metros de altura, y fue construida con treinta y dos megalitos.

Los ejemplos de arquitectura mejor conservados de la Edad de Bronce se encuentran en las Islas Baleares, donde aparecieron tres tipos de construcción: la taula en forma de T, el talayot ​​y la naveta. Los talayots eran torres defensivas troncocónicas o troncopiramidales. Solían tener un pilar central. Las navetas, eran construcciones hechas de grandes piedras y su forma era similar a la de un barco.

Arquitectura ibérica y celta.

Las construcciones más características de los celtas fueron los castros, aldeas amuralladas, generalmente en la cima de colinas o montañas. Se desarrollaron en las zonas ocupadas por los celtas en el valle del Duero y en Galicia. Los ejemplos incluyen Las Cogotas, en Ávila, el Castro de Santa Tecla, en Pontevedra en España. En Portugal, estos incluyen Citânia de Briteiros en Braga, Citânia de St Luzia en Viana do Castelo y Sanfins en Paços de Ferreira.

Las casas en el interior de los Castros tienen una longitud aproximada de 3.5 a 5 metros, en su mayoría circulares, con algunos rectangulares, de piedra y con techos de paja que descansaban sobre una columna de madera en el centro del edificio. Sus calles son algo regulares, sugiriendo alguna forma de organización central.

Las ciudades construidas por los Arévacos estaban relacionadas con la cultura ibérica, y algunas de ellas alcanzaron un notable desarrollo urbano como Numantia. Otros eran más primitivos y usualmente se excavaban en la roca, como Termantia.